Los puertos comerciales constituyen los ejes del sector marítimo y son los centros de desarrollo de las actividades económicas. Su papel es crucial para el desarrollo social y económico-financiero. Asimismo, los puertos son un actor principal en la industria como eslabón esencial de las cadenas logísticas. Esto se debe a sus funciones de aprovisionamiento y distribución y de apoyo al transporte marítimo. El desempeño de las funciones de una instalación portuaria se medía hace años por su valor financiero.

Para José Luis Almazán Palomino, gestor e inversor de activos portuarios y Managing Partner de Ocean Capital Partners  “Esta situación a día de hoy ha cambiado y mucho a la hora de invertir en las infraestructuras portuarias. Tanto es así que ahora se miden y valoran las instalaciones y terminales de los puertos por el impacto social, ambiental y económico que tienen en su entorno, así como en la calidad ambiental del agua, el aire y la emisión de gases de efecto invernadero, las partículas en suspensión y la generación del ruido ambiental, que tienen en su relación con las comunidades urbanas cercanas”.

Las instalaciones y terminales de los puertos ahora están siendo más respetuosas con el medio ambiente terrestre y marítimo. Esto lo consiguen con estrictas medidas operativas para reducir las emisiones de desechos. Con ello ayudan en la mejora del clima y al mismo tiempo incrementan sus ventajas competitivas. Así pueden mantenerse en el mercado en un marco competitivo global, como es el marítimo portuario. A día de hoy, según José Luis Almazán Palomino, managing partner de OCP, cabe preguntarse: ¿Cuáles son los principales retos a los que tienen que enfrentarse las terminales y las instalaciones operativas de los puertos comerciales? En este contexto hay señalar algunos retos que han de ser tomados en consideración.

José Luis Almazán inversiones 2022

La lucha contra la contaminación portuaria 

Es de suma importancia este aspecto para alcanzar una óptima gestión de las emisiones y eliminación de los residuos oleaginosos, los desechos y las aguas negras, asimismo los posibles residuos peligrosos al realizar las operaciones portuarias, tanto de los buques como de las mercancías y los elementos utilizados para su manipulación.

Para ello hay que aplicar las leyes y los reglamentos de cada país relacionados con la calidad de las aguas portuarias, el aire, la tierra y la posible contaminación acústica. Además hay que tener en consideración los impactos ambientales de las operaciones de mantenimiento. Por ejemplo, la eliminación de productos de dragados de mantenimiento de calados, u obras de mantenimiento y reparación de infraestructuras. Y también hay que rastrear las posibles fuentes de contaminación, para estudiar cómo afectan al ecosistema.

 Y como sector clave para el desarrollo económico mundial, atendiendo a los datos hay que destacar uno de alcance. Solamente los bienes, los servicios y los materiales producidos a raíz de las actividades económicas relacionadas con el ámbito marítimo portuario alcanzan un valor de 2,5 billones de dólares estadounidenses cada año. 

El 90 % de los bienes del mundo son transportados por barcos. Por ello, los puertos han de adaptarse para acomodar más barcos, de mayor tamaño. También es necesario reducir la posible congestión portuaria, de enorme coste económico social cuando llega a darse.

Las Leyes y los reglamentos

Las leyes y regulaciones nacionales del sector marítimo portuario se enmarcan en las recomendaciones internacionales que realiza la OMI. Cada país las traspone con su legislación y reglamentación específica. En Europa es la Unión Europea quien emite directivas, origen de la legislación nacional de trasposición de estos contenidos. Para ello existen directivas europeas en relación a la calidad del agua y la protección ambiental.

Siempre que un puerto realiza algún tipo de operación que afecta al ámbito ambiental o está relacionada con la contaminación del agua, las autoridades portuarias están obligadas a informar a los organismos gubernamentales a través de una evaluación de los efectos ambientales que su proyecto. 

“Los puertos verdes que intentan implementar un sistema de gestión ambiental en su aportación a la cadena de suministro, con enfoque sostenible son mucho  más apoyados por el público y son foco de atracción de clientes e inversores” afirma José Luis Almazán Palomino, gestor e inversor de activos portuarios.

José Luis Almazán Palomino

Los Impactos ambientales de la disposición de dragado

El dragado es una actividad portuaria que mueve grandes cantidades de sedimentos para construir obras. También para dar acceso a los barcos para que puedan entrar en los puertos de forma segura. Esta actividad puede provocar la contaminación en el agua, en función de la calidad y la granulometría de los sedimentos que se tienen que retirar. En esta línea incluso puede afectar a actividades como la acuicultura, la recolección de mariscos o de algas. En este caso el agua se puede contaminar, generando inestabilidad en los ecosistemas de las comunidades portuarias y costeras próximas que dependen de este tipo de negocios.      

 El seguimiento de la fuente de contaminación 

Actualmente los puertos adoptan sistemas de gestión de la cadena de suministro con enfoque verde y comprenden su ecosistema. De esta forma obtienen el apoyo de las comunidades de su entorno. “Cuanto más ecológicas sean las estrategias que adopten los puertos y cuanto mejor comprendan su entorno, menos se les verá como responsables de la contaminación de otras actividades terrestres y marinas, y más ventajas se obtendrán a la hora de invertir en ellos” puntualiza José Luis Almazán Palomino.

En el contexto de un puerto sostenible se han de realizar una serie de acciones. Algunos ejemplos son el seguimiento de los niveles del ruido, de la calidad del agua y del aire. Con ello se consigue cumplir con las regulaciones. En los puertos se debe saber cómo realizar las operaciones con el menor efecto nocivo posible en el ecosistema. Así es menos probable que sus proyectos se retrasen o incluso se detengan por las presiones de grupos ecologistas. Esto reduce las incertidumbres, los costes y se ahorra tiempo.